Quemadores industriales: Clasificación

Los quemadores  industriales se encargan de mezclar combustible, en este caso gas, con el aire para generar una combustión que puede ser controlada a través de válvulas y bombas de impulsión. Su uso es común en hornos, calderas, incineración, calentamiento de aire, secado, calefacción, cocción de vidrio, cerámica o metal, lavanderías, industrias textiles o manufactureras…

Quemadores industriales de gas

Los quemadores  de gas cuentan con un elemento de seguridad que lo bloquea cuando detecta una falta de presión de aire o un exceso en la presión del gas, haciendo que sean completamente seguros en cualquier uso responsable.

No hay un único tipo de quemador de gas. De hecho, hay una serie de características específicas que diferencian un tipo de otro.

En primer lugar se puede establecer una distinción entre quemadores de gas de alta presión y de baja presión.

Los dos se usan comúnmente en la industria alimenticia, aunque es habitual que los quemadores de gas de baja presión se destinen a cocción de legumbres o wok, mientras que los quemadores de alta presión se usan para cocer marisco, para fabricar churros y caramelos… aunque su uso sobre todo se destina a cocer cerámica, cocer metales para manipularlos posteriormente, antorchas… Es muy importante obtener el conocimiento necesario sobre qué tipo de quemador se debe usar en cada ocasión para realizar una actividad u otra y que los resultados sean óptimos.

En segundo lugar, se debe saber que los quemadores pueden ser de baja, media o alta potencia.

Los de baja potencia consumen menos energía, protegiendo aún más el medio ambiente. Su uso está recomendado para la pequeña industria, sobre todo para pastelerías, cerámica e industria alimentaria en general.

Por otro lado, los quemadores de media potencia cuentan con un gran rendimiento y ahorro de energía. Se recomiendan para fundición, hornos de pintura, industria manufacturera…

Por último, los quemadores de alta potencia están recomendados para ser usados en hornos industriales, industria textil y química donde sea necesario el uso de una gran potencia.

También podemos encontrar quemadores que funcionen con ventilación natural o con ventilación forzada.

Por si fuera poco, no siempre es necesario acudir al propio quemador para su puesta en marcha, ya que existen quemadores automáticos o semiautomáticos que se pueden controlar a distancia gracias a un cuadro eléctrico, frente a otros que permiten regular la potencia de salida manualmente siempre que sea necesario, aportando más confianza a algunos usuarios.

Además, se distingue entre quemadores horizontales y verticales según sea su colocación con respecto a la caldera.

A la hora de decidir qué quemador es el necesario para la actividad que quieres realizar, lo que hay que tener en cuenta es el tipo de cocción, en especial el volumen de la masa de lo que se quiera calentar y el tiempo máximo que se quiera invertir. Además, no todos los quemadores tienen que tener el mismo aspecto, ya que adaptan su diseño al consumidor para adoptar la forma, color y medida de su preferencia.

Los quemadores cuentan en ocasiones con sistemas que controlan la velocidad para adaptarla a lo que realmente es necesario. El control se puede llevar a cabo de manera continuada o, por el contrario, a lo largo de distintas etapas. Es una fuente de ahorro energético y de combustible, pues el quemador contará con la velocidad que se está demandando, sin sobrepasarse, para así evitar gastos innecesarios.

Los quemadores necesitan ser calibrados para su puesta en marcha, lo que se hará siguiendo una serie de pasos. En primer lugar se realizará lo que se conoce como fase de preregulación, que es donde se configuran los picos de mínima y máxima potencia. Después se llevará a cabo la fase de regulación, momento en el que se enciende la llama. Se controlará si el quemador funciona correctamente en cada uno de sus modos de funcionamiento, midiendo la temperatura entre otros aspectos.

Conocer cuál es el quemador necesario para cada actividad es algo indispensable para sacar su máxima rentabilidad, ya que si optamos por un quemador que sea inadecuado para lo que queremos hacer es probable que el producto final diste mucho del objetivo que había en un principio, siendo además muy posible que se haya desaprovechado combustible, así como energía, provocando un coste innecesario.